IDEAS PARA TRABAJAR EN LA VUELTA AL AULA, EN SEPTIEMBRE, TRAS LA PANDEMIA, LOS SENTIMIENTOS DE CONFINAMIENTO Y DE PÉRDIDA
CÓMO TRABAJAR EN EL AULA LOS SENTIMIENTOS DE PÉRDIDA Y DE CONFINAMIENTO
Como consecuencia del estado de la pandemia por el Covid-19, es posible que se hayan producido pérdidas de familiares queridos en alguna niña o niño de nuestro alumnado. Pero incluso si no hubo pérdidas sí es posible que haya sentimientos y emociones derivados de la pandemia y, ante la vuelta en septiembre, después de tanto tiempo sin verse las compañeras y compañeros del aula o centro (más de tres meses sin clase presencial más las vacaciones del verano), no podemos comenzar el curso como si nada hubiera pasado, independientemente de las medidas sanitarias que se vayan a tomar.
Si hubo alguna pérdida, hay que asegurarse que la noticia de la muerte del ser querido es cierta y que la conozca todo el equipo educativo porque puede considerarse importante hacer algún trabajo más allá del aula. Esto sirve también ante situaciones de pérdida en cualquier momento, incluso fuera del estado de pandemia. Si hubo alguna pérdida, se hace necesario hablar con la familia para conocer la situación lo más posible y que la familia conozca la dinámica que se va a llevar a cabo en el centro y en el aula.
Es imprescindible tener presente que, como maestros y maestras, nuestro papel fundamental ante el alumnado en teste momento es de acompañarles en su dolor y comprender sus miedos. No debemos intentar quitar los miedos ni el dolor, sino que se sientan acompañados en ese proceso, validando lo que sienten y ayudándoles a gestionar sus emociones.
El alumnado, desde los más pequeños y pequeñas, están viviendo cambios en su quehacer diario durante esta situación de pandemia, o incluso pueden haber tenido la pérdida de algún ser querido. Esta situación más la información que reciben del entorno social o cercano la van integrando y formándose su propia idea sobre lo sucedido. Esa idea puede ser realista pero, a veces, puede estar distorsionada y provocar miedos, ansiedades, sentimientos de culpabilidad e inseguridades. Por ello, desde Ama-gi, creemos necesario tener unas pautas de actuación que pueden ayudarles a clarificar y relativizar la situación y, de esta forma, recobrar la confianza y generar emociones que apoyen un mayor bienestar.
En el aula, con carácter general, (y la Asamblea puede ser una herramienta fundamental para reorganizar y canalizar las emociones) es importante:
- Dejarles expresarse libremente sus emociones sobre la situación vivida durante la pandemia y confinamiento o sobre pérdidas de personas queridas. Validar esas emociones, es decir, que sientan que se les comprende y que son reconocidas esas emociones. Porque a todas las personas nos pasa, que las personas mayores también tenemos miedos. De esta manera les ayudaremos a relativizar esas emociones y superar las angustias. En ocasiones afirmaciones como “sí, sientes miedo”, “yo también siento miedo algunas veces”… les viene bien. Nunca decirles “no llores, no pasa nada”…. Porque sí que pasa.
- Ejercer, por nuestra parte, si cabe, una escucha más activa que en situaciones normales. Contarles la verdad y ayudarlos en sus miedos.
- Hablar sobre lo que está ocurriendo. Darles información sobre el coronavirus, sencilla y correcta: (es una enfermedad que se transmite mediante un virus y por la que puede morir gente si tiene pocas defensas, pero que todas y todos tenemos que cuidarnos para protegernos de contagio).
- Contarles la situación del escenario escolar que tengamos en septiembre y transmitirles que lo más importante es el cuidado por la salud por lo que hay que mantener unas normas sanitarias.
- Si ha habido pérdidas de seres queridos o sale el tema porque lo han vivido en el ambiente, evitar informaciones o actitudes que contribuyan a estigmatizar la muerte. Debemos favorecer ejemplos positivos de actitudes como los cuidados llevados a cabo por las personas que trabajan en el sistema sanitario, o en los servicios esenciales, o en las investigaciones que se están realizando para buscar respuestas sanitarias, las redes de ayuda que se han desarrollado para ayudar a las personas más necesitas….
Con carácter más específico ante la pérdida, caben otras pautas a tener en cuenta para llevar mejor el duelo por la persona querida.
El duelo es un proceso personal y único y que cada cual tiene que ir llevando a cabo, que necesita un tiempo, que dependerá de cada persona, de cada niña y niño, para aceptar la muerte de la persona querida. Significa trabajar las emociones asociadas a esa pérdida y aprender a vivir sin la persona querida, pero que seguirá viva en nuestro recuerdo. Durante el duelo en los en los niños y niñas es importante mantener las rutinas porque sus emociones las muestran más con sus conductas que verbalmente. Por ello, hay que prestar atención en el desarrollo de las rutinas del niño o niña. También es muy importante o fundamental prestar atención a las figuras de apego en el ámbito familiar y mostrarles el apoyo necesario en todo el proceso de duelo. Pero también debemos considerar que la maestra o maestro es también una figura de apego para el chico y la chica de nuestra clase-aula.
Según las etapas evolutivas, los chicos y chicas mostrarán unas conductas y unas conceptualizaciones de la pérdida de las que podemos destacar: (Este apartado está recogido de: BIDEGIN, asociación apoyo al duelo y enfermedad grave avanzada de Gipuzkoa Avda. Barcelona, 2, locales Iesu. 20014 Donostia. Gipuzkoa Telf: 664 125 293 www.bideginduelo.org info@bideginduelo.org)
- Hasta los 3 años no son capaces de conceptualizar la pérdida pero sí pueden percibir la ausencia de sus figuras de apego y protectora pudiendo sentir abandono por lo que siente su seguridad amenazada. Pueden mostrar irritabilidad, falta de sueño, llanto y en general conductas de protesta que muestran la desesperación e incomodidad de sus sentimientos.
- Entre los 3 y los 6-7 años, aún no han adquirido el concepto de irreversibilidad de la muerte, y la consideran como algo temporal. Su pensamiento egocéntrico y mágico les puede llevar a pensar que las cosas que pasan tienen que ver con su deseo, pudiendo sentir culpables del hecho. Sus reacciones habituales suelen tener un mayor componente somático y conductual, pudiendo aparecer con más frecuencia las rabietas, irritabilidad, ambivalencia, conductas regresivas, malestar físico, alteraciones de los patrones de sueño y alimentación, miedos inespecíficos y búsqueda continua de proximidad con los adultos de referencia.
- Desde los 6-7 a los 9-10 años, ya han adquirido el concepto de irreversibilidad. Son capaces de tener conocimiento del ciclo vital común a todos los seres vivos, pero aún no tienen completamente adquirido el de causalidad, por lo que pueden fantasear con la idea de que la muerte puede estar causada por algo relacionado con ellos/ellas y alimentar algún sentimiento de culpa.
- De los 9-10 a los 12 años ya van incorporando los conceptos de causalidad y universalidad. Las chicas y chicos pre-adolescentes se plantean la propia muerte y aceptan que deben morir un día u otro, pueden captar el significado de los rituales y entender el impacto que causa la muerte en su familia y en ellos y ellas. Las reacciones en esta etapa se caracterizan por el miedo y la percepción de vulnerabilidad que les genera la muerte. A veces pueden negar los sentimientos, aparentando indiferencia como una manera de protegerse; o sentir culpa por creer que su mala conducta ha podido contribuir en la muerte del ser querido; rabia y agresividad con las personas del entorno, malestar físico y disminución de la concentración y rendimiento escolar, junto a irritabilidad y conductas regresivas.
- A partir de los 12 años ya han adquirido el concepto de muerte en toda su amplitud. Saben que es un hecho irreversible y que tendrán que morir en algún momento, pero lo ven como algo lejano y que no les preocupa. La adolescencia, con un estado emocional cambiante, suelen huir de sus emociones para no sufrir, y para que los/las demás no les vean débiles, no permitiéndose llorar en público. En esta etapa son habituales los cambios de comportamiento, en ocasiones con un cierto aislamiento y pérdida de interés, que se pueden traducir en menor rendimiento escolar y faltas de asistencia al centro educativo, lo que genera una mayor conflictividad. Se pueden dar también sentimientos de culpa, sobre todo si la relación ya estaba tensa anteriormente, con aproximación a actividades de riesgo. A veces trasladan mensajes de que todo les da igual. Por otro lado también pueden mostrar una apariencia de normalidad para protegerse del dolor, y proteger a los y las demás, asumiendo el rol de la persona adulta fallecida y mostrando mayor responsabilidad y saber estar a la altura de la circunstancias. Hay que tener en cuenta que a esta edad el grupo de iguales es muy importante y que las actividades conjuntas pueden arroparles.
Por todo ello, en el aula, es importante:
- Hablar con la familia del niño o niña que sufrió la pérdida y contarles el trabajo que se pretende llevar a cabo en el aula o centro.
- Favorecer en las niñas y niños, pero no forzar, la expresión de sentimientos y emociones ante la pérdida. Dejar la expresión libre. Hay que estar cerca pero sin agobiar. Hay niñas y niños que en gran grupo tienen dificultades para expresarse por lo que debemos estar con mucha atención ante cualquier situación y que sientan nuestro apoyo.
- Plantear, con la delicadeza necesaria según la edad, el proceso de vida y muerte por el que todas las personas pasaremos. Hay cuentos y vídeos muy recomendados para introducir estos aspectos.
- Explicarles la muerte en términos físicos y reales. El cuerpo deja de funcionar. Por tanto debemos evitar metáforas y afirmaciones como “Mamá te está viendo desde el cielo”, “seguro que a la abuela estará contenta con esto que has hecho”, “el abuelo se ha ido al cielo”…
- Favorecer que expresen sentimientos de cosas positivas sobre la persona perdida: cosas que le gustaban a la persona perdida, que es lo que más le gustaba de ella a la niña o niño…., que recordar esas cosas hace que en nuestro corazón y en nuestro pensamiento sigan presentes.
- Proponer actividades de despedida, simbólica….
LA VUELTA EN SEPTIEMBRE, CON CARÁCTER GENERAL:
Puede ser muy interesante realizar un plan de acogida general y organizar un recibimiento especial en el centro y en las aulas organizando alguna actividad colectiva con participación de toda la Comunidad Educativa: Familias, alumnado, profesorado, personal no docente, AMPA, etc.
A través del correo electrónico se les puede contar cuales que los objetivos a trabajar durante los primeros días del curso serán:
- Trabajar los aspectos emocionales tras los meses de confinamiento y de la parada en las relaciones entre compañeras y compañeros del colegio así como con sus profesoras y profesores.
- Valorar la importancia de las relaciones personales, físicas y de trabajo compartido, como incuestionables en el proceso de desarrollo y aprendizaje.
Así como hacerles una invitación especial para participar en esa vuelta al colegio, Por ejemplo:
- Decorar el exterior de la escuela y recibidor para acoger a los niños y niñas con mensajes de bienvenida, con murales con cualquier tipo de trabajo que podrán realizar las familias y que podemos animar a que coloquen los primeros días de septiembre para que en su vuelta a la escuela se sientan cuidados y cuidadas y todas y todos participen en el proceso.
PARA LAS AULAS, ALGUNOS EJEMPLOS DE ACTIVIDADES QUE SE PUEDEN VEHICULAR DESDE LA ASAMBLEA DE CLASE:
- Proponer en la Asamblea, según las edades, el reflexionar sobre lo importante de la escuela y que, después de esta etapa, cómo nos gustaría organizamos, cómo trabajar, qué temas estudiar, etc. En definitiva, cómo nos gustaría que fuera nuestra escuela.
- Generar dialogo en la Asamblea de qué cosas hemos hecho en casa, cómo nos hemos organizado, cómo nos hemos sentido, que acontecimientos especiales han ocurrido en las casas… (Valorar la experiencia desde la parte más positiva, de hacer cosas juntos en familia).
- El buzón de los deseos. Después de tantos días viviendo una situación tan difícil y extraña y alejada de toda nuestra vida anterior, es difícil poner palabras a todo lo que nos pasa, lo que sentimos, y eso que somos adultos. Los niños y niñas pequeños, con lenguajes escasos y menos capacidad de expresión, es aún más complicado. Realizar un buzón o caja, bien personal o colectiva, donde expresemos nuestro sentimientos sobre los días de confinamiento o sobre la pérdida de un ser querido. (Podemos utilizar una pequeña guía para orientarles, donde haremos preguntas del tipo: ¿Qué pensáis sobre lo que pasó?, ¿Cómo os sentís?, ¿Qué echaremos de menos?)
- Con mayores se pueden dar dos papeles de colores, en uno escribiremos lo que nos ha encantado de este periodo y en el otro lo que nos gustaría que no hubiera ocurrido, también qué hemos echado de menos. Podemos hacer un mural y pegar los textos, ilustrarlos con dibujos o fotos….
- Realizar trabajos plásticos colectivos que expresen los sentimientos del momento y exponerlos por la clase o pasillos.
- Realizar una carta o historia colectiva expresando los sentimientos, los recuerdos que tenemos de los días de confinamiento. Muchos niños que no han tenido pérdidas pueden tener sentimientos muy positivos sobre compartir este tiempo con sus familias, sus juegos sus deseos…
- Bote de los miedos. En este bote propondremos meter los sentimientos de miedo e inseguridad que nos ha provocado este momento. Podemos utilizar velas, un clima especial para realizar la actividad en círculo de forma relajada, con música,….
- Organizar un proyecto sobre las emociones, libro: “Amar cuando más lo necesitas” Emocionario – trabajar cada semana una emoción – ver un cortometraje sobre esa emoción y escribir el concepto, buscar su significado y hacer un dibujo. Esta actividad sería desde 1º a 6º.
- Podemos utilizar el libro “Emocionario Di lo que sientes” de Palabras Aladas, (con los y las más peques podemos usar emoticonos para expresar el miedo, soledad, culpa etc.) para trabajar las emociones que nos ha provocado la pandemia o las pérdidas
- Usar pictogramas para trabajar el ciclo de la vida, las enfermedades, la vejez, la muerte.
- Podemos terminar contando o escribiendo lo que hemos aprendido durante este tiempo de confinamiento.
- Tener en el aula una serie de cuentos que tratan sobre la pérdida de un ser querido. Utilizar la lectura del cuento, ver sus ilustraciones, para verbalizar sentimientos, expresar sus emociones, respetando la intimidad de los niños si quieren o no participar.
- Lo mismo haremos con películas, con canciones (se han compuesto muchas durante el confinamiento), obras de arte pictórico. Aprovechar estas para identificar sentimiento y comunicarnos a los demás.